Querida Elena:

No he tenido la oportunidad de conocerte, enseñarte o escuchar tus singulares apreciaciones cromáticas acerca de los peruanos. Por tus declaraciones, asumo que eras una joven que puede aparecer junto a las niñas tan ´representativas´ de nuestra nacionalidad que aparecían orgullosas sus muñecas con la misma cabellera rubia, es decir que pertenecían a una minoría dentro de otra minoría.

Debe ser muy difícil pertenecer a ese estrecho grupo de personas que podría optar perfectamente por estudiar en el extranjero junto a personas con iguales características raciales a las tuyas y que, sin embargo, se deciden a otorgarnos el privilegio de alternar y compartir el mismo espacio territorial contigo.

Sé que en las últimas horas has recibido un auténtico “cargamontón” en las redes sociales por la forma que respondiste a las críticas que se hizo a la universidad a la que pertenecemos por su disposición de usar IPad entre sus alumnos. Nunca he sido partidario de los linchamientos tuiteros ya que nadie está libre de un exabrupto y menos de un desliz escribiendo velozmente con apenas 140 caracteres como límite.

Sin embargo, después de leer tus mensajes previos a este incidente en el twitter –como tu defensa al concepto de belleza en la publicidad de Saga–, me he decidido mandarte estas pequeñas líneas. Me preocupa que no hayas entendido la raíz de las críticas a tus desafortunadas frases y que sientas que detrás de ellas también hay un cierto racismo por pertenecer a un grupo de personas que puede pagar una universidad privada o incluso formar parte de una raza “superior”.

Con el empleo del término “color puerta” estabas denostando de las personas con rasgos andinos, agravado por el hecho de seas una estudiante universitaria –como afirmas ser– que debería entender, mejor que nadie, cómo el racismo y el sexismo –por tu condición de mujer– hace y ha hecho tanto daño a nuestro país.

Tus mensajes muestran un desprecio clasista hacia a las personas de diferente condición económica, las cuales, lamentablemente, son mayoritarias en este país. También hay un intrínseco desdén a las personas que no poseen determinadas características de belleza, privilegiando una raza sobre la otra.

Me preocupa que siendo una persona joven repitas los viejos esquemas que no han permitido que estos sectores de la población conquisten el espacio que les corresponde en nuestra sociedad.

Imagínate como se sentirán las personas aludidas por tus palabras y que no han tenido ni tienen tus mismas posibilidades en la vida. Te invito a que conviertas ese “color puerta” en un símbolo para, precisamente, se rompan aquellas puertas que nos impiden construir una sociedad plural de la cual todos nos sintamos orgullosos, sin despreciar al diferente.

Atentamente.-

Hugo Coya

Profesor UPC